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Devocional "La plenitud está en entregar"

devocional Oct 10, 2025

 

El milagro de Samuel no terminó con su nacimiento; la plenitud de Ana se manifestó en el acto de entregarlo. Después de tanto esperar, llorar y clamar, cuando por fin tenía en sus brazos a su hijo, lo llevó al templo y lo dedicó para siempre al Señor.

A los ojos humanos, esto parece un acto de pérdida: ¿cómo entregar lo que tanto costó recibir? Pero a los ojos del cielo, esto es plenitud. Ana entendió que su hijo no era posesión suya, sino un regalo divino que debía regresar a su Dueño.

La plenitud no se encuentra en acumular, sino en soltar. Muchas veces pensamos que seremos plenos cuando logremos abrazar nuestros sueños, tener nuestras respuestas y poseer lo que pedimos. Pero Ana nos enseña que la verdadera plenitud se alcanza cuando reconocemos que todo lo que tenemos pertenece a Dios, y que lo rendido en sus manos se multiplica en propósito.

Ana no perdió a Samuel; lo ganó para la eternidad. Su entrega permitió que Samuel se convirtiera en profeta, juez y líder de Israel. Lo que se suelta en obediencia se transforma en legado.

Hoy Dios nos invita a vivir esa plenitud: no aferrarnos con miedo, sino confiar que lo que entregamos en Su altar florecerá mucho más de lo que imaginamos.

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Plan de acción para hoy

  1. Identifica tu “Samuel” – Piensa qué milagro, don o bendición recibiste de Dios y a veces temes soltar.

  2. Escribe tu acto de entrega – Haz una oración escrita donde entregues eso que amas en las manos de Dios.

  3. Haz un acto simbólico – Coloca tu mano sobre tu corazón y di: “Señor, todo lo que tengo y lo que soy es tuyo.”

  4. Declaración – “Mi plenitud no está en retener, sino en entregar lo que Dios me ha dado.”


Razones para agradecer

  • Gracias, Señor, porque lo que me das no es para retener con miedo, sino para rendir con confianza.

  • Gracias, porque lo entregado en tus manos se multiplica.

  • Gracias, porque la plenitud no está en tener, sino en rendir.

  • Gracias, porque lo que suelto hoy se convierte en legado eterno.


Oración final

Padre bueno, hoy quiero vivir como Ana, con un corazón dispuesto a entregar lo que Tú me has dado. Reconozco que mis hijos, mis dones, mis sueños y todo lo que poseo son tuyos primero. Enséñame a vivir en la libertad de la entrega, confiando en que nada que ponga en tu altar será desperdiciado. Que mi plenitud no esté en poseer, sino en rendirlo todo para tu gloria.
En el nombre de Jesús, amén.