Devocional "Lágrimas con propósito"
Oct 02, 2025Las lágrimas suelen tener mala fama. Muchas veces pensamos que llorar es señal de debilidad, falta de fe o derrota. Sin embargo, en la Biblia encontramos a hombres y mujeres que lloraron delante de Dios, y sus lágrimas fueron instrumentos de transformación. Ana es una de ellas.
Ella no reprimió su llanto, tampoco buscó consuelo en manos humanas, sino que lloró abundantemente ante el Señor. Esas lágrimas no eran simples descargas emocionales: eran expresión de fe. Cada lágrima se convirtió en una semilla plantada en el corazón de Dios.
Dios nunca ignora las lágrimas que se derraman con propósito. El salmista dijo que el Señor guarda nuestras lágrimas en su odre (Salmo 56:8). Esto significa que cada lágrima cuenta, cada clamor es registrado, y ninguna oración sincera se pierde.
Cuando Ana lloraba, parecía que no pasaba nada en el momento. Pero sus lágrimas estaban abriendo el cielo, preparando la respuesta que vendría. Las lágrimas con propósito no son las que brotan solo de dolor, sino las que se convierten en oración, en rendición, en confianza.
Tú también puedes transformar tus lágrimas en propósito: no llorar solo por lo que falta, sino llorar creyendo que Dios está obrando aunque todavía no lo veas. Tus lágrimas pueden ser tu adoración más honesta.
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Plan de acción para hoy
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Reconoce tu llanto – Permítete un momento a solas para llorar delante de Dios, sin máscaras ni miedo.
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Escríbelas – En tu diario, anota qué significan tus lágrimas hoy: ¿dolor, anhelo, frustración, fe?
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Ora con tus lágrimas – Haz que cada lágrima sea una palabra que suba como clamor.
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Declara – “Mis lágrimas no son en vano; Dios las transforma en propósito.”
Razones para agradecer
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Gracias, Señor, porque mis lágrimas no te son indiferentes.
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Gracias, porque en cada llanto me acercas más a tu corazón.
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Gracias, porque no soy débil por llorar; soy fuerte cuando me rindo en Ti.
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Gracias, porque de mi dolor nacerán nuevas victorias.
Oración final
Padre amado, hoy reconozco que mis lágrimas tienen un propósito en tu presencia. No son inútiles ni ignoradas, son un lenguaje que solo Tú comprendes. Te entrego cada llanto como semilla de fe, confiando en que traerá fruto en tu tiempo perfecto. Hazme entender que llorar delante de Ti no es debilidad, sino confianza absoluta en tu amor. Transforma mis lágrimas en cánticos de alegría y en testimonio para otros.
En el nombre de Jesús, amén.