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Devocional "Un voto de fe"

devocional Oct 08, 2025

 

La oración de Ana se convirtió en un voto. No fue una súplica vacía, sino una decisión que revelaba confianza y rendición. Su petición no estaba motivada por orgullo ni por competir con Penina, sino por la convicción de que lo que recibiera sería para Dios.

Un voto es más que una promesa; es un acto de fe. Implica reconocer que lo que pedimos pertenece primero al Señor. Ana entendió que un hijo no era solo para llenar su vacío, sino para cumplir un propósito eterno. Así, su oración trascendió lo personal y se convirtió en parte del plan divino.

El voto de Ana nos enseña que la plenitud no está en lo que recibimos, sino en lo que entregamos. La verdadera fe no dice “dame para yo disfrutar,” sino “dame para rendirlo en tu altar.”

Muchas veces pedimos a Dios cosas buenas, pero las pedimos con motivaciones centradas en nosotros. Ana nos recuerda que los dones, hijos, ministerios, proyectos y sueños que Dios nos concede son para servir a Su gloria. Lo que rendimos se multiplica y deja legado; lo que retenemos con egoísmo se desgasta.

Un voto de fe cambia nuestra manera de pedir. Nos lleva a orar con propósito, sabiendo que nuestra respuesta será instrumento en las manos de Dios.

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Plan de acción para hoy

  1. Evalúa tu corazón – Pregúntate: ¿para qué quiero lo que le pido a Dios? ¿para mi satisfacción o para Su gloria?

  2. Haz tu voto – Elige una petición especial y haz un compromiso con Dios de cómo usarás la respuesta para honrarlo. Escríbelo en tu diario.

  3. Acto de rendición – Ora entregando ese sueño o petición en el altar, declarando que pertenece primero al Señor.

  4. Declaración – “Lo que Dios me conceda, lo usaré para Su gloria y no para mi ego.”


Razones para agradecer

  • Gracias, Señor, porque me escuchas y me das la oportunidad de hacer votos de fe.

  • Gracias, porque lo que viene de Ti es santo y puede ser usado para bendecir a muchos.

  • Gracias, porque en la rendición encuentro plenitud.

  • Gracias, porque puedo confiar en que lo que entrego en tus manos tendrá fruto eterno.


Oración final

Padre amado, hoy quiero orar como Ana, no solo pidiendo, sino rindiendo. Reconozco que lo que te pido no es para mí, sino para Ti. Te entrego mis sueños, mis hijos, mis proyectos, y todo lo que anhelo, para que sean usados como instrumentos en tus manos. Dame la fe para cumplir mis votos y el corazón para recordar que todo me ha sido dado con un propósito mayor.
En el nombre de Jesús, amén.